miércoles, 14 de enero de 2015

Química.

En Septiembre hice un cambio que a mi me ha supuesto mucho. Me vine a Murcia a estudiar una carrera de la cual no estaba segura y ahora me he dado cuenta de que esta no es la que quería, y aunque sea algo que le puede pasar a mucha gente es algo que no es difícil de llevar, y lo peor aún es que no sé qué carrera es la mía. La gran mayoría de personas dan este paso sabiendo de antemano qué es lo que quiere y por lo que están dispuestos a luchar, en mi caso, y espero que en el de muchos otros, nunca he tenido esa pasión por nada, nunca he tenido algo que me llenase del todo como para saber que me quiero dedicar a ello. Cuando esto se lo cuento a mis amigos me dicen lo típico, que no me preocupe que encontraré aquello que es para mi, pero yo no lo creo así.
Desde pequeñitos nos someten a una presión que no es la adecuada para gente de nuestra edad. Desde los 16 te obligan a elegir un camino que no sabes si va a ser el tuyo. Yo en ese momento elegí las ciencias aunque muchos profesores me aconsejaron tanto a mi como a mis padres que no fuese por ese camino, y por supuesto no estoy arrepentida de ello. A los 18 tienes que optar por una carrera de la cual va a depender tu futuro, y cuando lo hagas si te equivocas puede que no haya marcha atrás. ¿De verdad se creen que una persona a esa edad es consciente de lo que quiere? Yo no lo creo así, y seguiré sin hacerlo, pero nada sirve quejarse si así es como lo han decidido.
Para mi ha sido muy difícil decirles a mis padres que esta carrera no es la que yo quiero, ya que todo lo que he hecho, y llegar a donde he llegado (cosa que mis hermanos no fueron capaces), ha sido por ellos, para que estuvieran orgullosos y para que vean que al menos uno de sus tres hijos ha elegido el buen camino. Desde pequeñita mis hermanos han sido el espejo donde mirar, mis pasos a seguir, a mi hermano por su seguridad y a mi hermana por su fuerza, pero de lo que sí que estaba segura es que respecto a los estudios tenía que ser totalmente diferente a ellos, y de momento lo he conseguido aunque aún no está todo hecho. Después de confesárselo a mis padres me quedé algo más tranquila, como si me hubiera quitado un peso de encima aunque aún me quedasen muchos otros.
A parte de mis dudas de futuro se le añade mi estancia en Murcia, algo que desde hacía mucho tiempo deseaba como otros muchos, el pensar en esa libertad que todos anhelan, pero al llegar aquí todo fue distinto. Al principio pensaba que era normal que no me acostumbrase a la casa, a depender de mi misma, a estar lejos de mi familia y de amigos los cuales por desgracia se quedaron en mi pueblo querido por unas cosas u otras, pero ahora me he dado cuenta de que no es así. Cuando el resto de mis amigos ya se han amoldado y les encanta estar aquí yo sigo sin acostumbrarme a esto y echando de menos todo por lo que durante muchos años me he quejado y quería perder de vista. No es fácil estar en un sitio donde no quieres estar y  más si estás haciendo algo que no quieres hacer (me refiero a la carrera que elegí). Esto es algo que también temía decirles a mis padres pero que también lo hice, y como siempre lo único que me pudieron decir es que aguante.
¿Para qué es todo este rollo? Ni yo lo sé, necesito contárselo a alguien que no me diga todo lo que ya estoy harta de escuchar, y en este caso no voy a obtener respuesta, así que mejor. Seguro que si esto le pasa a cualquiera de mis amigos yo les diría lo mismo que ellos me están diciendo a mi, pero no es lo mismo lo que se ve por fuera que lo que se vive por dentro, es un malestar continuo contigo mismo.
Y por último se debe añadir el tener que aguantar saber que a toda la gente que te rodea le va genial y están felices con lo que están haciendo menos a ti, y cuidado, con esto no quiero decir que no me alegre por ellos, estoy orgullosa de ellos como la que más pero no puedo evitar sentir envidia; envidia sana como se suele decir por querer tener y sentir eso que todos tienen menos tú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario